Una fiesta de altura (Sudamericana)

Se iba a celebrar una fiesta de animales en el cielo para lo que el sapo adiestraba su voz y preparaba sus melodías. Se encontró con un buitre, a quien le comentó que lo habían invitado para amenizar la velada con su croar. El buitre, receloso, e dijo que él también estaba invitado para lo mismo. Al día siguiente, el buitre se limpiaba sus negras plumas preparándose para la fiesta y estuvo templando su guitarra toda la noche. Se encontraron de nuevo y el sapo le dijo que él salía antes hacia el cielo porque caminaba muy lento, pero en un descuido, el sapo se metió en la guitarra del buitre.
Cuando el ave llegó al cielo, el resto de animales le preguntaron por el sapo, a lo que respondió que no creía que le fuera posible llegar pues su salto no alcanzaba el cielo. Le preguntaron por qué no lo había traído, a lo que respondió que no le gustaba cargar piedras. Abandonó la guitarra un momento y el sapo aprovechó para salir de su escondite y aparecer ante los invitados. Lo recibieron asombrados por su fuerza mientras el buitre lo miraba con desconfianza. En la fiesta se disfrutó de comida, baile y cante. Todos mostraron sus habilidades: el buitre tocaba la guitarra mientras el sapo cantaba desahogadamente. Cuando todo terminó, el sapo aprovechó otro descuido para introducirse de nuevo en la guitarra.
En el vuelo de regreso, el buitre notó que su guitarra pesaba demasiado y pudo divisar al sapo acurrucado en el fondo del instrumento. Sacudió su guitarra hasta que el sapo salió por los aires cayendo sobre unas rocas y lastimándose gravemente. Tardó mucho en recuperarse. El golpe había sido tan fuerte que la espalda se le quedó para siempre con manchas negras y llena de unas protuberancias ingratas e irreversibles. Nunca más volvió a cantar con la ligereza que lo hacía en el pasado y hoy su croar es desafinado.

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