Mujeres y varones encantados (Costa Rica)

En el río Machuca, hace unos años yo iba a camaronear con carburas y era usual que se aparecieran mujeres vagas o brujas. Yo he visto más de una mujer sentada en una piedra, vestida de blanco y peinándose el cabello.
En una quebrada ubicada en Sardinal de Puntarenas, como a las cinco de la mañana vi a una mujer de cabello largo haciéndose colochos. Estaba vestida toda de blanco y con la pierna cruzada; era una mujer lindísima de cabello claro (una machota), hermosa, parecía una muñeca Barbie. Traté de acercarme a ella y estando muy cerca, ella se levantó y comenzó a caminar, pero veo que no iba caminando, ella iba volando, en el aire. Se desplazaba a favor de la corriente de agua. También vi otra mujer en el estero de Mata Limón.
Me encontraba pescando, eran como las dos de la madrugada, y de pronto me salió del agua una mujer de vestido blanco. El estero estaba seco entonces ella salió por el playón. Me quede viendo el playón y como era de noche, la arena se ve bien, así como las huellas. Mi sorpresa era que no quedaban huellas de ella al caminar, y pienso yo, esta mujer va volando. De pronto llegó al muelle y se fue hasta parar en un portón. Por ese lugar hay un restaurante que se llama La Leda, por ahí pasó y desapareció.
Otra vez me paso con un varón encantado. Estaba pescando tranquilo, solo, solo, solo. Miro a la par mía y hay un hombre cerca de mí pescando. Hasta la ropa le vi, andaba un jeans y una camiseta. Me fijé en la arena y no habían huellas de su caminar, y al rato volví a ver al mismo lugar y ya el hombre había desaparecido.
Cerca de San Mateo hay un lugar que se llama Desamparados y le digo a un sobrinillo mío: “Roy, vamos al bar a tomarnos unas cervecillas”. Eran ya como las dos de la tarde y pasábamos por la quebrada de los Vargas.
Era un día de verano y tempranito nos devolvimos hacia la casa, como a las seis de la tarde. Nos devolvimos caminando y en esa bajada hay un farallón. Nosotros veníamos tranquilos, ni siquiera mareados porque aquí con ese calor las cervezas no hacen nada.
Me detuve y sentí como que me jalaron, y voy viendo una moto Yamaha. La moto salió del cerrillo con dos hombres, el que iba guiando la moto y el que iba montado atrás. La moto bajó la cuestilla y en el puente se desapareció. Y me dice mi sobrinillo: “Tío, ¿usted vio eso?”. Y le digo yo: “Claro”. Y me dice: “Tío, ¿verdad que esa moto salió del cerro?”. Claro que salió del cerro, y le digo yo: “¿Usted no vio donde se desapareció la moto, entrando no más al puente? Y me dice: “Sí, tío, por eso le pregunté. Yo vi la moto que venía y desapareció”. Asustado me dice: “Soquémosle”, pero yo le dije que no, que era todavía temprano. Eran motociclistas fantasmas.

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