Finn y la cacería de la cierva (Celta)
Si
había algo que apasionaba al gran Finn era la caza y sus animales, cierto día
en que él y sus compañeros regresaban de una cacería en el monte Alien, su
camino se cruzó con una cierva que todos se apresuraron a perseguir, pronto
todos fueron quedando atrás, exceptuando a Finn y a sus dos perros, Bran y
Skolawn. Estos canes eran los mejores de toda Irlanda y Finn los quería como si
de dos amigos se tratara. El origen de los animales fue muy peculiar, ya que
habían sido concebidos por Tyren, tía de Finn, transformada en perro por un
encantamiento.
Cuando
la cacería se dirigía hacia un valle, la cierva se detuvo agotada, cuando los
perros se acercaron a ella comenzaron a jugar lamiéndole la cara, ante estos
hechos Finn ordenó que nadie hiciera daño al animal y ella los siguió en el
camino de regreso a casa.
Durante esa noche mientras Finn dormía en sus aposentos, fue despertado por un ruido, viendo junto a su cama a la mujer más hermosa sobre la que había posado nunca la vista, quien comenzó a relatarle su historia.
Durante esa noche mientras Finn dormía en sus aposentos, fue despertado por un ruido, viendo junto a su cama a la mujer más hermosa sobre la que había posado nunca la vista, quien comenzó a relatarle su historia.
«Oh,
Finn, soy Saba, la cierva que no quisiste cazar hoy. Mi cuerpo había sido
transformado en animal por el druida de la tierra de las hadas, ya que no quise
entregarle mi amor permaneciendo durante tres años de esta forma. Pero uno de
sus esclavos, apiadándose de mí, me reveló que si podía llegar hasta vuestra
fortaleza de Alien volvería a mi forma original, y aunque temía ser destrozada
por los perros, o herida por los cazadores, decidí cruzarme con vuestra partida
de caza, y por eso sólo me dejé alcanzar por vos, y por Bran y Skolawn, quienes
por su naturaleza medio humana no me harían daño.»
Finn
quedó conmovido por la historia relatada por la joven, y la permitió permanecer
en su tierra por el tiempo que quisiera, pero Saba terminó enamorándose de su
salvador Finn, que decidió hacerla su esposa, profesándose un amor tan
profundo que no se separaron durante varios meses. Pero un día llegó la
noticia de que barcos de guerra de los bárbaros del norte estaban en la bahía
de Dublín, por lo que Finn reunió a sus hombres y dirigiéndose a ellos y a su
esposa les dijo: «Los hombres de Irlanda nos dan tributo y hospitalidad para
que los defendamos de los invasores, y sería una vergüenza aceptar los pagos
sin dar de nuestra parte lo que se pide».
Sólo
se ausentó Finn durante siete días, hasta que los escandinavos se alejaron de
las costas, al octavo día regresó entre los suyos, pero la tristeza estaba
presente entre sus paisanos, su esposa no estaba en la muralla esperando su
regreso, y ante los ruegos de Finn, le contaron lo que había sucedido, cuando
su esposa, Saba, esperaba ansiosa su regreso, apareció el que creyó su esposo
junto con sus dos perros, mientras se escuchaba la llamada de caza de los de la
Fianna. Saba corrió hacia la verja a recibir a su amado esposo, pero el falso
Finn blandió una varita de avellano y la convirtió de nuevo en una cierva.
Sus
perros comenzaron a perseguirla haciéndola huir y aunque los hombres tomaron
todas las armas que pudieron y salieron en busca del hechicero no encontraron a
nadie, ni al druida ni a Saba.
Finn
desolado se retiró a su habitación encerrándose allí un día completo, al día
siguiente continuó ocupándose de los asuntos de la Fianna como siempre, pero la
tristeza lo había embargado y durante siete años buscó a Saba por cañadas,
bosques y cuevas de toda Irlanda, acompañado únicamente por sus fieles perros,
hasta que perdió toda esperanza y renunció a encontrarla.
Unos
años más tarde, mientras practicaba su afición predilecta, la caza en Ben
Bulban oyó que los perros gruñían, él y sus hombres corrieron hacia ellos y
encontraron que los canes intentaban acercarse a un niño de largos cabellos
rubios, que estaba siendo protegido por sus fieles animales Bran y Skolawn. Los
de la Fianna apartaron a los perros y se llevaron con ellos al muchacho que, después
de un tiempo, aprendió a hablar relatándoles su historia.
El
muchacho no sabía quiénes podían ser su padre o su madre, ya que había vivido
siempre en un profundo valle flanqueado por enormes acantilados, siempre al
cuidado de una cierva dulce y cariñosa, desde pequeño se alimentaba durante el
verano de frutos silvestres y durante el invierno se mantenía con las
provisiones que guardaba en su cueva. En ocasiones, aparecía en el valle un
hombre de aspecto siniestro que hablaba con la cierva, profiriendo duras
amenazas, pero el animal siempre huía de él.
Cierto
día, el hombre llegó y después de discutir con la cierva la tocó con una varita
de avellano y la obligó a seguirlo, sin mirar atrás. El pequeño intentó ir tras
ellos pero vio aterrado cómo no podía mora su cuerpo, por lo que comenzó a
llorar de rabia y pena, hasta que :ayó al suelo al perder el sentido.
Cuando
recuperó la consciencia intentó encontrar a la cierva, >or lo que se
aventuró lejos de su conocido valle, llegando hasta la idera de la montaña de
Ben Bulban, en donde los perros lo habían ricontrado.
Finn,
conmovido, creyó reconocer en la cierva a su amada Saba y i el pequeño al que
podría ser su hijo, así le llamó Oisin, «pequeño ervo», y lo educó hasta que se
convirtió en un gran guerrero, a la vez le dominaba otras artes como la música.
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