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Mostrando entradas de julio, 2018

La mujer herrada (Mexicana)

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Vivía en la ciudad de Méjico un buen sacerdote, acompañado de su ama de llaves. Un herrero, el mejor amigo del buen capellán, desconfiaba instintivamente de la vieja ama de llaves, y así hubo de decírselo al cura, instándole repetidas veces para que la despidiera, aunque el sacerdote no llegó nunca a hacer caso de tales advertencias y consejos. Una noche, cuando ya el herrero se había acostado, llamaron a su puerta violentamente, y al abrir encontróse con dos hombres de color que llevaban una mula. Aquellos hombres rogaron al herrero que pusiera herraduras al ani­mal, que pertenecía a su buen amigo el sacerdote, quien había sido llamado in­opinadamente para emprender un viaje. Satisfizo el herrero el deseo de los desconocidos herrando la mula; y, cuando se alejaban, tuvo ocasión de ver que los indios castigaban cruelmente al animal. Intrigado e inquieto pasó la anoche el herrero, y a primera hora del día siguiente se encaminó a casa de su buen amigo el sacerdote. Largo rato

Doña Beatriz (Mexicana)

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Vivía en la ciudad de Méjico una hermosa joven, Doña Beatriz, de tan extraordinaria belleza, que era imposible verla sin quedar rendido a sus encantos. Se contában entre sus muchos admiradores la mayor parte de la nobleza mejicana, y los más ricos potentados de Nueva España; pero el corazón de la bella latía frío e indiferente ante los requerimientos y asiduidades amorosas de sus tenaces amantes. Y así pasaba el tiempo; pero, como todo tiene un término en la vida, llegó el momento en que el helado corazón de Doña Beatriz se incendió en amores. Ello fue en un fastuoso baile que daba la embajada de Italia. Allí conoció Doña Beatriz a un joven italiano, Don Martín Scípoli, de esclarecida y noble estirpe. La indiferencia de Doña Beatriz fundióse entonces como la nieve bajo de la caricia de los rayos solares, y se sintió la hermosa poseída de un nuevo sentimiento, en tanto que el joven por su parte, se había también enamorado profundamente. Poco tiempo después, Don Martín se mos

Zeto y Anfión (Griega)

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Hallándose el rey tebano Polidoro, hijo de Cadmo, postrado en su lecho de muerte, confió a su hijo Lábdaco, menor de edad, a la tutela de su suegro Nicteo. Éste gobernó por espacio de varios años en nombre de Lábdaco, hasta que su pupilo llegó a la mayor edad. Sólo un año, sin embargo, gozó el joven rey de la nueva dignidad; al cabo de él murió y Nicteo hízose cargo de la tutela de Layo, hijo de Lábdaco, niño todavía. Tenía Nicteo una hermosa hija, Antíope, de la que Zeus es­taba prendado; pero el rey de Sición, Epopeo, conocedor también de su belleza, presentóse secretamente en Tebas y raptó a la doncella, a quien hizo su esposa al llegar a su patria. Nicteo, enfurecido, irrumpió al frente de un ejército en el país de Epopeo y, en una batalla que se libró, cayeron heridos los dos soberanos. Mas la victoria quedó de parte del raptor, y los tebanos hubieron de retirarse llevándose consigo a su moribundo regente. Éste, antes de morir, designó por sucesor suyo a su hermano Lico, hasta

Urano (Griega)

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Sin la intervención de una criatura masculina, Gaya, la tierra creada de Caos, el mundo primitivo, produjo a Urano, el cielo. Los titanes, los gigantes que reinaban en el mundo antes de que los dioses del Olimpo liderados por Zeus consiguieran el poder, fueron el resultado de la unión de Urano y su madre. Los cíclopes y los gigantes de 100 brazos también descendían de Urano y Gaya. Urano fue un padre y un marido cruel. Inmediantamente después de su nacimiento introdujo de nuevo a los cíclopes y a los gigantes en el útero de su madre, causándole a Gaya un enorme dolor. Gaya no lo pudo soportar y fabricó una hoz de piedra afilada con la que pidió a sus hijos que le diesen una lección a su padre. Cronos, el más joven y hábil de los titanes, fue el único que se atrevió a ayudar a su madre, tendiéndole a su padre una emboscada, tumbado con la hoz mientras esperaba a que Urano yaciese junto a su esposa Gaya. Entonces le cortó los testículos y los arrojó al mar. De las gotas de sangre que c

Tritón (Griega)

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El dios del mar Tritón era hijo de Poseidón, el regidor divino de los mares, y de Anfritrite. Se le representaba habitualmente como una sirena masculina, una criatura con la parte superior del cuerpo de un hombre sobre una o incluso dos largas colas de pez. Sus atributos incluían un tridente y un largo y curvado cuerno hecho de concha. Tritón tenía el poder de apaciguar las aguas turbulentas soplando a través de su cuerno de coócha. Según algunas versiones, había gran cantidad de tritones y todos formaban parte del séquito de Poseidón. Tritón fue de gran ayuda en la expedición de los Argonautas, los héroes que liderados por Jasón acudieron a bordo del Argo a buscar el Vellocino de Oro. En un momento del viaje, el barco quedó encerrado en las aguas del lago Tritonis, en Libia, del cual no podían encontrar salida al mar, historia que cuenta Apolonio de Rodas en su obra Argonáutica (siglo III a.C.) Orfeo sugirió que debían usar el gran tridente que Apolo le había regalado a Jasón y

Tiresias (Griega)

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El tebano ciego Tiresias, hijo de Everes y de la ninfa Chariclo, y Calchas eran los dos videntes más famosos de la mitología griega. Hay dos historias diferentes sobre la ceguera de Tiresias y sus poderes paranormales. En la primera se dice que en cierta ocasión vio a la virginal diosa Atenea bañándose desnuda junto a su madre. Después de eso, Atenea le privó del sentido de la vista, aunque le dio el entendimiento del lenguaje de las aves y el poder para predecir el futuro. Ella, además, le obsequió con un cayado especial y le garantizó una larga vida. Según la segunda versión, Tiresias se encontró a dos serpientes copulando en la montaña y golpeó a la hembra con su vara, que como venganza lo transformó en una mujer. Ocho años después, siendo aún mujer, se encontró a las mismas serpientes de nuevo y en esta ocasión golpeó a las dos, y así fue devuelto a su estado primitivo de hombre. Un día, cuando el rey de los dioses Zeus y su esposa Hera se encontraban discutiendo sobre qué se

Tifón (Griega)

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Tifón o Tifeo era un monstruo terrorífico, resultante de una unión entre Gaya (madre tierra) y Tártaro, el más profundo e in­hóspito lugar del inframundo. Su fuerza era como la de un buey y tenía 100 cabezas de serpiente con lenguas negras y ojos de fuego que brotaban de sus hombros. Todas sus cabezas tenían sus propias voces, pro­duciendo indescriptibles sonidos. Una po­día hablar el lenguaje de los dioses, mien­tras otras podían mugir como un toro, rugir como un león, otras ladrar como una jauría de sabuesos o hacer extraños sonidos siseantes… Los ruidos eran aterradores y con ellos Tifón pretendía dominar el mundo. Cuando puso sus ojos sobre Tifón, Zeus, el dios de los dioses, hizo temblar los cimientos del Olimpo. Sus rayos y el fuego del monstruo causaron tal estrépito en la tierra, en los mares y en el cielo que incluso Hades y los titanes encerrados en el Tártaro se sentaron gritando y temblando de miedo. Zeus reunió todos sus rayos y truenos y descendió del Olimpo para golp

Tetis (Griega)

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Tetis es una de las Nereidas. Su padre es Nereo, el Viejo del Mar y su madre es Dóride. Además, se le conoce por ser la madre de Aquiles. Es una divinidad marítima e inmortal. Según otra versión es hija del centauro Quirón, pero esto no es lo más difundido. La crió la diosa Hera (esposa de Zeus, dios de dioses) con la que guarda un verdadero vínculo y por lo general se ayudan en las malas, y se acompañan en las buenas. Por ejemplo, una vez en que Zeus arrojó a Hefesto (dios del fuego, llamado también Divino Cojo) de la cumbre del Olimpo, debido a que éste quiso intervenir en una discusión de la pareja en favor de Hera, Tetis recoge al pobre dios. También es por orden de Hera que Tetis se hace cargo de la nave Argo donde viajan los Argonautas. Se dice incluso que en una ocasión en que Zeus intentó conquistarla, la diosa se negó y lo rechazó para no molestar a Hera. Sobre esto, hay otras teorías que dicen más bien que tanto Zeus como Poseidón (dios del océano) querían enamora

Temis (Griega)

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Nació de la unión entre Urano y Gea y, a su vez, fue madre de las parcas y de las estaciones. Vivió casi siempre en la tierra, pero durante la Edad de Hierro, llena del espanto que le causaron los grandes crímenes que se cometían, se trasladó al cielo donde ocupó el lugar del zodiaco llamado Virgo. Astrea, una de sus hijas, se confunde muchas veces con la propia Temis, pero juntas forman una sola y única divinidad. También fueron hijas suyas Irene y Diké, dos de las Horas. Diké también está relacionada con la representación de la divinidad de la Justicia. Temis, la del ‘buen consejo’, era la encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres. Cuando se le hace caso omiso, Némesis trae el justo y colérico castigo. Temis no era colérica: ella, ‘la de preciosas mejillas’, fue la primera en ofrecer a Hera una copa cuando volvió al Olimpo afligida por las amenazas de Zeus. Temis presidía la correcta relación entre hombre y mujer, la base de la familia legítima y ordenada, y la fam

Tántalo (Griega)

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Tántalo, hijo de Zeus, reinaba en Sípilo, Lidia, y era extraordinariamente rico y famoso. Si jamás los dioses olímpicos habían honrado a un mortal, éste era Tántalo. En consideración a su elevada alcurnia le distinguieron con su íntima amistad y, finalmente, le permitieron comer a la mesa de Zeus y escuchar cuanto los inmortales hablaban entre sí. Pero su humano espíritu, lleno de vanidad, no supo mantenerse a la altura de aquella felicidad sobrehumana y comenzó a faltar a los dioses de muy diversas maneras. Revelaba a los mortales los secretos de los olímpicos; robaba de su mesa néctar y ambrosía y repartía el producto de su latrocinio con sus compañeros terrenales; escondió el precioso perro de oro que otro sustrajera del templo de Zeus, de Creta, y al reclamarlo el dios, negó él bajo juramento haberlo recibido. Finalmente, en el colmo ya de la insolencia, invitó a los dioses a un banquete, y, para poner a prueba su omnisciencia, mandó sacrificar a su propio hijo Pélope y aderezarl

Tanatos (Griega)

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Tánatos era el hijo de Érebo y Nicte, hermano gemelo de Hipnos, y personificación de la muerte. Era el genio alado que acudía a buscar los cuerpos de los que habían fallecido. Cortaba un mechón de sus cabellos para ofrecer como tributo a Hades y se llevaba sus cuerpos al mundo de los muertos. Transportó, ayudado por su hermano Hipnos, el cuerpo del guerrero Sarpedón, muerto en Troya, hasta Licia. También se llevó el cuerpo de Alcestis que, ejemplo del amor conyugal, había sustituido a su marido en el féretro. Más tarde, su presa le fue arrebatada por Heracles, que lo obligó a devolverla a la vida más joven y más bella que nunca. Sin embargo, la historia más curiosa en la que interviene Tánatos es en la que es encadenado por Sísifo. Sísifo era el más astuto y el menos escrupuloso de los mortales. Era capaz de los más enrevesados engaños para conseguir sus propósitos. Se dice que, al ser amante de Anticlea, él sería el verdadero padre de Ulises. Cuando Zeus raptó a Egin

Las Sirenas (Griega)

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Las sirenas a diferencia de la costumbre popular, dentro de la tradición griega eran genios marinos, mitad mujeres y mitad aves. Su ascendencia no está clara. Según las versiones más comunes del mito, son hijas de Melpómene (musa de la tragedia) y de Aqueloo (dios del río homónimo y primogénito de los dioses-ríos). Pero otras versiones las hacen hijas de Aqueloo y Estérope, o Terpsícore (musa de la poesía y la danza) o también del dios Forcis. Según la versión de Libanio, nacieron de la sangre de Aqueloo, que fue derramada por Heracles (Hércules). La primera mención que se conoce de las Sirenas es en La Odisea, cuando Odiseo se enfrenta a su canto en el mar. Aquí aparecen sólo dos, pero otras tradiciones hablan de tres: Pisínoe (Parténope), Agláope (Leucosia), y Telxiepia (Ligia) o incluso de cuatro: Teles, Redne, Molpe, y Telxíope. De las sirenas se sabe que su especialidad era la música. Se cree que una tocaba la lira, otra cantaba y la otra tocaba la flauta. Para el poeta y

Sísifo (Griega)

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Sisifo, hijo de Éolo, el más astuto de todos los mortales, erigió y gobernó la magnífica ciudad de Corinto, situada en el angosto istmo que une dos países. Cuando Zeus robó a Egina, Sisifo, por motivos interesados, lo descubrió al padre de la rap­tada, el dios-río Asopo, a cambio de la promesa de éste de hacer brotar una fuente en el castillo de Corinto. Y, efectivamente, Asopo hizo nacer de la roca el famoso manantial que se llamó Pirene. Decidió Zeus castigar al traidor y le envió a Tánatos, la Muerte; pero Sísifo supo sujetarla con fuertes ligaduras, de modo que nadie podía morir en la Tierra, hasta que por fin llegó el fuerte dios de la guerra Ares y libertó a la Muerte, la cual llevóse a Sísifo a los infiernos. Éste, sin embargo, había ordenado a su esposa que no celebrase el sacrificio de los difuntos; Hades y Perséfone se encolerizaron por ello y se dejaron persuadir por Sísifo a devolverle al mundo de los mortales para amonestar a su negligente consorte. Habiendo escapado a

Sileno (Griega)

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El anciano Sileno formaba parte del séqui­to de Dioniso. Sileno, hijo de Pan o Hermes y de una ninfa, era una criatura corpulenta, pero con nariz muy pequeña y ancha. A veces se le representaba con cola u orejas de caballo, montando en un burro o sobre los hombros de un grupo de sáti­ros que le ayudan en una de sus habituales borracheras. A pesar de su amor por la bebida, Sileno era una figura sabia que incluso podía predecir el futuro. Había sido tutor y maestro del joven Dioniso. En Frigia quedó separado del resto del séquito del dios del vino. Entonces unos campesinos frigios lo encontraron y lo llevaron ante el rey Midas, que lo acogió calurosamente, le ofreció su hospitalidad y puso a su dispo­sición su bodega. Después regresó con Dioniso que recompensó a Midas de una manera un tanto desafortunada para el propio soberano. Sileno tuvo muchos hijos con diversas ninfas, aunque se trataba de un personaje de avanzada edad. Los silenos se parecían a su padre y tenían el comportami

Semele (Griega)

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Semele era la hija de Cadmo y Harmonía, además de ser la madre de Dioniso. Zeus la visitó en forma de mortal y Semele resultó embarazada de ese encuentro. Cuan­do Hera se enteró ocurrió lo habitual: los celos se apoderaron de ella y quiso des­truir a la joven. Para ello se presentó ante ella adoptando la forma de su vieja niñera Beroe y sembró la duda en su mente acerca de la verdadera identidad de la persona que la había dejado embarazada. Hera le dijo que necesitaría pruebas. Zeus, volvió a visitar a Semele, pero en­tonces ella le pidió un deseo, sin concretar de qué se trataba. El dios accedió y juró ante las aguas de la laguna Estigia que se lo concedería. Semele quería que se revelase tal y como era, tal y como le había hecho el amor a Hera. Zeus sabía qué consecuencias tendría esto, pero no podía arrepentirse, pues había dado su palabra. Desesperado, regresó a los cielos y tomó nubes, rayos y truenos para caracterizarse como debía. Aunque hizo todo lo que pudo para minimiza

Selene (Griega)

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En la mitología griega, Selene es la personificación de la Luna. Es hija de los titanes Hiperión y Tía, y hermana de Helios, el Sol, y de Eos, la Aurora. Se la representaba como una mujer joven y hermosa, que recorría el cielo en un carruaje de plata tirado por dos caballos. Se le conocen muchos amores. De Zeus tuvo una hija, Pandia. En Arcadia fue amante del dios Pan, quien le había obsequiado una manada de bueyes blancos. Sin embargo, su historia más conocida es la que comparte con Endimión, pastor de Caria. Una noche de verano, luego de cuidar sus rebaños, Endimión se refugió en una gruta en el monte Latmos para descansar. La noche era clara, y en el cielo Selene paseaba en su carruaje. La luz de la luna entró en la cueva, y así Selene pudo ver al joven dormido. Desde el momento en que la diosa lo miró se enamoró de él. Descendió entonces del Cielo, y Endimión fue despertado por el roce de los labios de Selene sobre los suyos. Toda la caverna estaba iluminada por la luz plat

Sátiro (Griega)

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El sátiro era una criatura de los bosques que, junto a las Ménades, formaba parte del séquito de Dioniso. Era una criatura sensual, poco fiable y con un comporta­miento impredecible y caprichoso. Su aspecto era el de un ser pequeño con rasgos animales y mucho pelo. A veces tenía patas de caballo y pezuñas, algo que le igualaba a los centauros, y frecuentemente tenía cuernos y patas de cabra que le hacían similar al dios Pan, cuyo carácter era muy parecido. La ocupación favorita de los sátiros era perseguir a las ninfas en el paradisíaco ambiente que les rodeaba. Algunos, no obstante, tenían ambiciones superiores, y por ejemplo Marsias tenía fama de ser un gran flautista. Estaba tan seguro de su virtuosismo que en cierta ocasión decidió competir con Apolo, pero éste estaba muy por encima de él y le venció sin dificultad. Las Dionisias, festivales dedicados a Dioniso en Atenas, eran la gran ocasión para visitar el teatro. Los sátiros tenían un carácter cómico y daban origen a las «

Salmoneo (Griega)

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Salmoneo, hermano de Sísifo, señor de Elide, fue un príncipe rico, injusto y de corazón soberbio. Había fundado una magnífica ciudad, Salmonia, y llegó a tales extremos de orgullo, que pre­tendió que sus subditos le tributasen honores divinos, le ofreciesen sacrificios y lo tuviesen por Zeus. Como Zeus, recorría su país y las comarcas griegas, sobre un carro parecido al del Tonante. Además, remedaba el rayo del padre de los dioses sirviéndose de antorchas arrojadas a lo alto, y el trueno haciendo correr sobre puentes de hierro caballos salvajes que golpeaban el piso con las herraduras. Mandaba asesinar a criaturas humanas y pretextaba luego que el rayo las había herido. Zeus, desde el Olimpo, observaba aquella vesánica conducta y, cogiendo de unos nubarrones un rayo auténtico, lo envió zigzagueando contra aquel mortal que recorría la Tierra con loca insolencia. La chispa atronadora aniquiló al Rey junto con la ciudad por él erigida y todos sus habitantes.

Sarpedón (Griega)

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Se conocen tres figuras con ese nombre en la mitología griega. El primero es el hijo de Zeus y Europa, la princesa fenicia a la que visitó el dios adoptando la forma de un toro. Los hermanos de este Sarpedón eran Minos y Radamanto o Radamantis. Los tres crecieron en Creta, si bien Minos los llegó a expulsar de la isla. Entonces Sarpedón viajó hasta llegar a Licia, en Asia Menor, donde se quedó. Allí su hijo Evandro se casó con la hija del héroe Belerofón para convertirse en rey de Licia. El segundo Sarpedón es el rey de Licea, importante aliado de los troyanos durante la guerra con los griegos. Aunque unas versiones aseguran que es el mismo Sarpedón del párrafo anterior, pero con una edad mucho más avanzada, según otras historias éste era nieto del primer Sarpedón, mientras Homero creía que era hijo de Zeus. Sarpedón luchó en el frente durante la Guerra de Troya cuando se atacaba a los barcos griegos. Patroclo, compañero inseparable de Aquiles, estuvo a punto de estrangularlo, pe

Salmacis (Griega)

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Salmacis era una náyade o ninfa de las fuentes que vivía en Asia Menor, cerca de una fuente reluciente que producía agua cristalina y que estaba rodeada de muy poca vegetación. Parece que Salmacis era una ninfa perezosa e indolente, una presumida que nunca acompañaba a las otras ninfas a cazar con Artemisa y sólo se dedicaba a mejorar su aspecto. Un día, el joven Hermafrodito, hijo de Hermes y de Afrodita, apareció en su fuente y la ninfa intentó seducirlo. Hermafrodito trató de quitársela de encima y se desnudó para sumergirse en la fuente. Salmacis, incapaz de controlar su deseo, saltó al agua y abrazó al joven mientras lo besaba. Hermafrodito luchaba desesperado y Salmacis imploró a los dioses que no los separasen nunca, deseo que le concedieron, convirtiendo a los dos personajes en uno solo de carácter transexual.

Rómulo (Griega)

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La leyenda dice que Rómulo fundó Roma con su nombre en el año 753 a.C. Rómulo y su hermano gemelo Remo fundaron la ciudad de Alba Longa, donde pocos siglos después su descendiente Numitor se convertiría en rey. Numitor fue destronado por su hermano Amulio, que para evitar que Numitor tuviese un descendiente legítimo forzó a su hija Rea Silvia a convertirse en Virgen Vestal, de manera que a ella le quedase prohibido mantener relaciones sexuales. Pero Marte, el dios romano que es el equivalente de Ares, ignoró la prohibición y forzó a la joven en un bosque dedicado en su honor. Cuando Amulio descubrió que Rea Silvia estaba embarazada, la encerró y ordenó a sus criados que sus hijos gemelos fuesen arrebatados a la madre y ahogados en el Tíber. Pero sus sirvientes no quisieron matar a los pequeños y los dejaron en su cuna flotando sobre el río. Cuando el nivel del agua subió, la cuna llegó a una zona seca donde una loba los encontró y los amamantó. Poco después, el pastor Faustulo