Donogha y Vauria (Celta)
Donogha y Vauria eran un
matrimonio que vivía en el viejo reino de Kerry, las peleas y desacuerdos que
mantuvieron durante todo su matrimonio venían dados por sus caracteres completamente
diferentes, mientras Donogha era un tremendo perezoso, Vauria poseía un
temperamento fogoso; de modo que si bien el alimento y el combustible eran a
menudo escasos las palabras de reproche eran frecuentes.
Un hermoso día de verano, Donogha
estaba sentado junto al hogar, fumando despreocupadamente su pipa, cuando
Vauria entró con la colada que había hecho en el río, y tuvieron una disputa
por su holgazanería, puesto que en la casa no había leña para calentar la
cena. Donogha fue al bosque en busca de combustible, mientras rezongaba por las
palabras de su mujer, fue recogiendo un haz de ramas, sobre las que se sentó
después de amarrarlas para quejarse a su gusto de su mala suerte, de su pobreza
y de su mujer gruñona.
Cuando estaba lamentándose,
apareció como de la nada un duende que intentó animarle y para ello decidió
concederle dos deseos, aconsejándole que antes meditara con calma y profundidad
qué era lo que iba a pedir.
Donagha dio las gracias al duende
y tras cargar la leña sobre sus espaldas, se encaminó trabajosamente a su casa,
pero el peso y el olvido de las recomendaciones del duende le hicieron
exclamar: «¡Oh, si este maldito haz de leña me transportara a mí en vez de
transportarlo yo a él!» Instantáneamente, se vio a horcajadas sobre la leña,
que usaba los extremos de sus ramas como pies, con lo que al poco rato llegó
ruidosamente a la puerta de su casa.
El perezoso Donogha le contó a su
esposa su buena suerte, diciéndole que le quedaba un deseo aún. Sin embargo,
esta comenzó a llamarle bobo, y a insultarlo por haber desechado su buena
suerte de manera tan simple. Irritándolo de tal manera que Donogha perdió la
paciencia y exclamó: «¡Ojalá nos separara toda la extensión de Irlanda!». Según
lo dijo, su esposa y su cabaña aparecieron en un lugar llamado Teagh an Vauria
en el extremo mismo de Kerry, y él, en el sitio llamado desde entonces
Donaghadee o Teagh an Donogha.
Nunca volvieron a verse o a saber
el uno del otro.
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