Fundación de Itálica

Itálica, en la actual Santiponce, provincia de Sevilla, fue una de las principales ciudades del sur de la Península Ibérica durante los últimos años de la República romana y el Imperio. Tal fue la prosperidad alcanzada por este núcleo urbano que de sus élites municipales salieron dos de los mejores emperadores que Roma tuvo jamás: Marco Ulpio Trajano y Publio Elio Adriano. Todavía hoy, Itálica es una muestra del esplendor de la cultura romana en Hispania, un yacimiento visitado por miles de personas cada año que acuden a él atraídas por la belleza de sus domiy de su magníficamente conservado anfiteatro.
La fundación de Itálica está ligada a la figura del general Publio Cornelio Escipión el Africano, el vencedor de Aníbal en la Segunda Guerra Púnica. Tras los duros combates que Escipión había mantenido contra las tropas de los cartagineses en la Península Ibérica, que se habían salado con la salida de Aníbal hacia los Pirineos, muchos de sus soldados habían recibido heridas o habían quedado mutilados, por lo que el general ya no podía hacer uso de ellos en sus futuras campañas. Estos soldados eran en su mayoría originarios de diversos puntos de Italia, pero no sentían ningún deseo de regresar a una tierra que estaba a punto de verse asolada por la guerra. Por este motivo, suplicaron al general que les permitiera permanecer en Hispania después de que se les hubieran repartido tierras para su cultivo. Es muy probable que algunos de estos soldados, tras varios años de campaña en esta zona, hubieran tomado como esposas a mujeres indígenas, motivo por el cual preferían permanecer con sus nuevas familias antes de regresar a Italia. Escipión escuchó su petición y decidió concederles las tierras que demandaban en la fértil zona que bañaba el río Baetis, el actual Guadalquivir. Es probable que en el lugar donde se establecieron los veteranos ya existiera una pequeña ciudad turdetana cuyo nombre se ha perdido por no recogerlo las fuentes literarias. De este modo, en el año 206 a.C., el general Escipión repartió tierras, trazó los límites de la nueva ciudad y permitió que sus soldados veteranos empezaran una nueva vida como colonos en la tierra de Hispania. En honor del origen itálico de estos veteranos, la nueva ciudad recibió el nombre de Itálica.
Itálica es destacada por las fuentes antiguas como la primera colonia que los romanos fundaron fuera se la propia Italia. La fundación de colonias había sido el medio por el que Roma había asentado su poder en toda la Península de Italia, concediendo a los colonos diversos estatutos de ciudadanía, bien la ciudadanía romana plena, bien la ciudadanía latina, que constituía un nivel intermedio de derechos ciudadanos. Los especialistas creen que Itálica fue fundada en un principio con una concesión de ciudadanía latina, posiblemente porque la mayor parte de los veteranos que se asentaron en ella no eran tampoco ciudadanos romanos. Un siglo y medio después de su fundación, Julio César premió a la ciudad de Itálica con la ciudadanía romana completa por haber mantenido la fidelidad a su causa frente a las tropas de los hijos de Pompeyo.

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