Fundación de Augusta Emérita

La ciudad de Mérida, heredera de la antigua Augusta Emérita, es en la actualidad una de las localidades de toda la Península ibérica que mejor ha sabido conservar y sacar partido a su patrimonio clásico. Con su teatro que se llena de pública cada año para celebrar el Festival de Teatro Clásico de Mérida, su casas romanas, su anfiteatro y su enorme circo, Mérida es uno de los grandes valores de la Cultura Clásica en España. ¿Cuál es el origen de esta ciudad?
Después de conseguir someter a las últimas tribus del norte de Hispania, los indómitos astures y cántabros, el princeps Augusto decidió recompensar a los hombres que tan duramente habían combatido en sus legiones y que le habían permitido declarar la paz en todo el Imperio. La Legión V Alauda y la Legión X Gemina fueron recompensadas con tierras en las fértiles llanuras de la Lusitania, en un punto intermedio de la llamada Vía de la Plata que unía el norte de la Península con las ciudades del sur, en la Bética. Para organizar el asentamiento de estos veteranos de guerra se creó una nueva ciudad, que recibió precisamente el nombre de Emérita para reconocer la labor de estos curtidos soldados eméritos ya retirados. Su nombre completo fue Colonia Iulia Augusta Emerita, siguiendo la costumbre iniciada por Julio César de poner su nombre a las ciudades que fundaba en las provincias. El nombre de la ciudad pasó a la historia con el más sencillo de Augusta Emérita, que con el paso de los siglos y la evolución fonética del latín vulgar al castellano, se convirtió en Mérida. Es muy probable que la nueva ciudad se levantara sobre una pequeña población indígena, o incluso romana, y que los veteranos tuvieran que mezclarse con los habitantes previos en esta urbe.
La ciudad se construyó siguiendo modelos hipodámicos, con largas calles que se cortaban en ángulo recto. La munificencia de Augusto le permitió dotarse desde muy pronto de todo tipo de edificios públicos, muchos de los cuales se conservan en la actualidad. El teatro, por ejemplo, fue patrocinado por el mismísimo Marco Vipsanio Agripa, mano derecha de Augusto y principal promotor de sus éxitos militares. Posteriormente recibió la atención y los favores de otros miembros de la casa imperial, como los jóvenes nietos del príncipe, que a cambio fueron honrados con inscripciones en zonas muy visibles del edificio. Otros monumentos, como el anfiteatro, consiguieron albergar a miles de espectadores que acudían a contemplar las luchas entre gladiadores o las cacerías de fieras exóticas. El circo fue construido ya después de la muerte de Augusto, posiblemente en tiempos de su sucesor, Tiberio.
Augusta Emérita se convirtió después de su fundación en la capital de la nueva provincia de Lusitania, que formaba parte junto con la Bética de la antigua Hispania Ulterior que Augusto dividió para facilitar su gobierno. Desde entonces, Emérita fue prosperando a lo largo de los siglos, hasta conocer una notable decadencia en época medieval.

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