Home Llobu (Asturiana)

También llamado Llobu Cerval o Llobu Cervante. Al igual que en otras culturas del mundo, el hombre lobo o la mujer loba (en asturiano, muller lloba) tiene presencia en la cultura asturiana, pudiendo encontrarse historias que hablan de hombres que por medio de algún maleficio se han visto condenados a transformarse en lobos y a vivir como tales. Dicha maldición del licántropo, en Asturias, suele ser producto de conductas carnívoras censurables, bien porque el infeliz se saltase la prohibición de comer carne en Cuaresma o bien por su gorronería al dejar sin ración de carne a sus familiares, los cuales se lo recriminarían formulando: "Así te volvieses lobo para que te hartes bien de carne". Esto conllevaría el tránsito de persona a lobo, transformándose completamente en este animal y viviendo bajo esa forma durante siete años.
En versiones alternativas de la historia no suele ser necesario que haya luna llena para que se produzca la transformación, e incluso esta puede darse de forma involuntaria. También se dice que en un matrimonio donde todos los hijos son varones, al llegar al séptimo o al noveno, este nacerá con dicha maldición, a no ser que sea apadrinado por el hermano o hermana mayor. Otra opción para transformarse es que se trate de hijos ilegítimos, especialmente si el padre es un cura o un sacerdote, o que fuesen víctimas de una maldición paterna. Un método para evitarlo es orinar sobre ellos. Ocasionalmente el home llobu puede guiar a las manadas, combinando sus instintos animales y su inteligencia humana para atacar al ganado. A diferencia del lobo en si, el home llobu no teme al hombre, siendo brutal y despiadado en sus ataques (ya que las heridas que provoca no cicatrizan), pero si es herido entonces recuperará su forma humana.
Su apariencia es en sí misma aterradora: mitad animal mitad humano, con piernas y brazos muy largos y con garras aceradas; camina en cuatro patas, pero también puede erguirse como un ser humano, siendo todavía más amenazador. Sus ojos sesgados son rojos junto a una hoguera y verde amarillento a la luz de la luna. Si alguien consigue matarlo, lo mejor que puede hacer es incinerar su cadáver, puesto que no conviene inhumarlo o enterrarlo. Si una persona tiene el dedo tan largo como el segundo de cada mano o si sus cejas son espesas y unidas por el entrecejo, puede ser sospechoso de transformarse en lobo por las noches. Algunas fórmulas para matarlo son quemarle la piel en el mismo momento de la transformación, herirlo con bala de plata bendita, o hacerlo sangrar con una rama de acebo bendita en Domingo de Ramos.

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