Las Hespérides (Ibera)

Sin tener mucho reposo Hércules tuvo que reemprender el camino a occidente para conseguir las manzanas de oro del Jardín de Las Hespérides. Eran estas unas ninfas de poniente, hijas de La Noche (véase La Luna más adelante, tal vez se trate de ella), que las dio a luz sin yacer con nadie; cuidaban las hermosas manzanas de oro y los árboles que las producían. Otras fuentes las presentan como nacidas de Atlas y de su sobrina Hesperis. Su jardín se hallaba cerca de donde el gigante Atlas sostenía la bóveda del universo, en las inmediaciones de las Columnas de Hércules. Sus manzanas eran símbolo de eternidad, un regalo de La (Madre) Tierra a Zeus y Hera cuando se casaron. Estaban vigiladas por un dragón de cien cabezas, siempre insomne, de nombre Ladón, que en algunas versiones aparece como serpiente.
Tras matar a Ladón –con la complicidad de Las Hespérides, que lo durmieron-, Hércules se hizo con las manzanas. Según otra versión, Hércules no podía cogerlas por sí mismo y contó con la colaboración de Atlas, que adormeció y dio muerte al dragón y cogió tres manzanas, mientras Hércules lo sustituía cargando con la bóveda celeste. Este pidió a Atlas que le permitiera ponerse una almohada y Hércules aprovechó para marcharse con las manzanas y dejar a Atlas en el lugar que le correspondía (según la mitología griega…).

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