Tifón (Griega)
Tifón
o Tifeo era un monstruo terrorífico, resultante de una unión entre Gaya (madre
tierra) y Tártaro, el más profundo e inhóspito lugar del inframundo. Su fuerza
era como la de un buey y tenía 100 cabezas de serpiente con lenguas negras y
ojos de fuego que brotaban de sus hombros. Todas sus cabezas tenían sus propias
voces, produciendo indescriptibles sonidos. Una podía hablar el lenguaje de
los dioses, mientras otras podían mugir como un toro, rugir como un león,
otras ladrar como una jauría de sabuesos o hacer extraños sonidos siseantes…
Los ruidos eran aterradores y con ellos Tifón pretendía dominar el mundo.
Cuando
puso sus ojos sobre Tifón, Zeus, el dios de los dioses, hizo temblar los
cimientos del Olimpo. Sus rayos y el fuego del monstruo causaron tal estrépito
en la tierra, en los mares y en el cielo que incluso Hades y los titanes
encerrados en el Tártaro se sentaron gritando y temblando de miedo. Zeus reunió
todos sus rayos y truenos y descendió del Olimpo para golpear a Tifón y a todas
y cada una de sus 100 cabezas. En llamas, el monstruo huyó y se derrumbó,
causando fuegos y arrasando todo aquello que tocaba. Zeus expulsó a Tifón al
Tártaro y allí encerró también de ahí en adelante a las fieras galernas, que
podían poner en peligro a la humanidad.
Ese
es el origen del nombre de los tifones, en el sentido que le damos hoy día.
En
otra versión del mito, Zeus debió esforzarse más en eliminar a Tifón, pues en
un momento de la batalla el monstruo le arrebató su hoz y le cortó los
tendones, dejándolo cojo para siempre. Tifón se hizo después con los rayos y
truenos de Zeus y pidió a otros monstruos que se los guardasen junto a los
tendones. Después, Hermes engañó al monstruo y dotó de movilidad a Zeus de
nuevo. El dios acudió al Olimpo a coger más rayos y truenos y condujo a Tifón
al monte Nisa, donde fue víctima de la trampa hurdida por las Moiras, que le
aconsejaron comer carne humana para hacerse incluso más fuerte. Pero esta
comida lo debilitó seriamente. Una confrontación entre el rey de los dioses y
el monstruo tuvo lugar en una montaña de Tracia, que culminó con Zeus
persiguiendo a Tifón por la costa sur de Italia y enterrando al monstruo bajo
la isla de Sicilia, donde hasta el día de hoy el volcán en el monte Etna sigue
emitiendo el aliento caliente y venenoso del monstruo.
Según
otra historia, tras la aparición de Tifón, los dioses huyeron despavoridos a
Egipto y se ocultaron haciéndose pasar por animales. Apolo se convirtió en
cuervo, Dioniso en ciervo, Artemisa en gato, Hera en vaca blanca, Afrodita en
pez y Hermes en ibis. Incluso Zeus asumió una nueva forma, cambiándose a sí
mismo en un carnero, motivo por el cual el dios Amón de los egipcios se
identifica con Zeus y es representado con cuernos de carnero. Según el
historiador Herodoto, Tifón murió en Egipto a manos de Apolo, que en Egipto se
identifica con Horus, hijo del dios de la muerte y de la resurrección, Osiris.
Antes
de ser finalmente derrotado, Tifón fue padre de una horda de monstruos, nacidos
de su unión con la serpiente Equidna. De ellos nacieron la Quimera, el dragón
Ladón, la Esfinge, el berraco Cromión, el león de Nemea y el águila que comía
el hígado de Prometeo.
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