Hestia (Griega)
Hestia,
la mayor de las tres hijas de los titanes Cronos y Rea, era la diosa del hogar
y de la vida hogareña. Nunca se casó, dando gran importancia a la virginidad,
la pureza y la limpieza. Su papel mitológico es menor, pero su función en la
vida diaria no era insignificante. Las murallas de las ciudades griegas
mantenían siempre una antorcha encendida, de la cual se tomaba el fuego para
iluminar los hogares. Hestia era la patrona de esos hogares; cualquier nueva
colonia que surgiese tomaba ramas de esa llama original para iluminar la nueva
ciudad.
Como
diosa del hogar y la familia, Hestia apenas salía del Olimpo, y nunca se
inmiscuía en las disputas de los dioses y los hombres, por lo que
paradójicamente pocas veces aparece en los relatos mitológicos a pesar de ser
una de las principales diosas de la religión griega y, posteriormente, romana.
Muestra de esta importancia es el hecho de que Hestia era la primera a quien se
le hacían las ofrendas en los banquetes, antes incluso que a Zeus.
Los
romanos también se familiarizaron con el culto al hogar. El foro romano tenía
un templo dedicado a Vesta, la Hestia romana, en el que seis sacerdotisas, las
vírgenes vestales, mantenían un fuego eterno para simbolizar el bienestar y el
poder de la ciudad de Roma. El Pontifex Maximus o gran sacerdote elegía a las
seis muchachas entre las familias patricias. Ellas debían hacer un voto de
castidad y servir en el templo durante 30 años. Era un gran honor ser elegida
vestal, pero los códigos de comportamiento eran muy estrictos. Si una virgen
rompía su voto, debía ser quemada viva.
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