Diomedes (Griega)
Hay
dos caracteres en la mitología griega con este nombre. El primero era hijo de
Ares y mantenía a cuatro caballos devoradores de hombres, que tuvieron que ser
atrapados por Heracles en uno de sus Doce Trabajos (ver Heracles, Octavo
Trabajo). El segundo Diomedes era hijo de Tydeus (Tideo) y de Deipyle. Fue rey
de Argos y uno de los héroes griegos más temidos de la Guerra de Troya. Llevaba
la batalla en la sangre. Su padre, aliado de Polinices, hijo de Edipo, había
caído en la batalla ante la ciudad de Tebas. Más tarde, Diomedes y sus otros
hijos de los «siete» que habían sitiado Tebas, concentraron sus fuerzas contra
la ciudad. Estos hijos, los Epígonos, fueron mejores que sus padres en la batalla
e hicieron huir a los tebanos antes de derribar los muros de la ciudad.
Diomedes
fue después uno de los numerosos monarcas griegos que pretendieron la mano de
Helena. Al igual que los demás y a petición de Odiseo, juró a Menelao, el
elegido para casarse con ella, que le asistiría en caso de tener problemas por
ella (ver Menelao). Diomedes mantuvo su promesa y viajó hasta Troya con un gran
número de barcos. Durante los diez años de asedio a la ciudad fue un verdadero
héroe, sólo sobrepasado por Aquiles y Áyax el Grande. No obstante, de acuerdo
con Heleno, el clarividente hijo de Príamo, Diomedes era el más fuerte de todos
los beligerantes griegos, responsable de mayores temores que Aquiles. A menudo
colaboraba con Odiseo, haciendo de perfecto compañero de fatigas, pues como él,
Diomedes era uno de los favoritos de la diosa Atenea que se aseguró de que
matase a muchos troyanos, incluido el prominente arquero Pandarus (Pándaro), en
el décimo año de guerra. Diomedes hirió gravemente a Eneas y no temía a los dioses
que luchaban del lado de los troyanos. Se enfrentó a Apolo, hirió e hizo huir a
Ares e incluso clavó su lanza en uno de los brazos de Afrodita, que no era de
las más expertas en la guerra.
Diomedes
se dedicaba a tareas de reconocimiento junto a Odiseo mientras estaban en el
campamento griego. En una de estas incursiones murió el troyano Dolón, al igual
que el rey Rheses y 12 de sus hombres, aliados tracios de los troyanos. Mejor
suerte corrió Licier Glauco, que al enfrentarse a Diomedes descubrió que sus
abuelos, Eneas y Belerofonte, habían sido grandes amigos. Decidieron entonces
no luchar e intercambiar sus armas, lo que le proporcionó a Diomedes una
armadura de oro que valía diez veces más que sus armas de bronce.
Diomedes
llevó a cabo muchas heroicidades con y sin la ayuda de Odiseo. Juntos robaron
el Paladio, una estatua de Atenea que se encontraba en Troya y que era
necesaria para la victoria griega. También acompañó a su amigo a Lemnos para
encontrar al arquero Philoctetes (Filoctetes) (ver Odiseo).
Tras
la Guerra de Troya, Diomedes regresó a casa, aunque tuvo que renunciar al trono
de Argos forzado por Afrodita, que no había olvidado la herida de guerra. Llegó
al sur de Italia y fundó Argyripa o Arpi. Durante el camino, muchos de sus
compañeros se transformaron en aves acuáticas por la intervención de la diosa
del amor, irritada ante su actitud. Diomedes se dio cuenta de que tenía poco
que ganar si se aliaba con los enemigos de Eneas, que querían expulsar al
troyano de su territorio, y de que no debía enfadar de nuevo a Afrodita, por lo
que decidió firmar la paz con su hijo.
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