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Mostrando entradas de agosto, 2018

La calavera (Celta)

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Vivió en cierta ocasión un granjero que sólo tenía un hijo, un muchacho de carácter inquieto y revoltoso, lo que le valía estar en disputa permanente con su padre. El muchacho contrajo una extraña enfermedad y murió, y su padre, enfadado con él por haber­se dejado vencer por la enfermedad, no quiso acudir al entierro. Pasado un tiempo, murió un vecino y amigo del granjero, éste ape­nado acudió a su entierro para presentar sus respetos. Después de la ce­remonia, mientras miraba distraídamente una fosa, el granjero vio una calavera, preguntándose cómo habría sido la vida de ese difunto. Con gran sorpresa vio cómo la calavera le comunicó que le visita­ría la noche siguiente, si luego él se comprometía a pasar otra noche con ella, a lo que el hombre accedió, lleno de curiosidad. A la vuelta se encontró con un druida y le comentó lo sucedido, éste le dijo que debía ser un sueño, puesto que las calaveras no hablaban. Ante su descreimiento, le citó para la noche siguiente en su casa, pa

Macha (Celta)

Crunden, vivía en una parte solitaria del Ulster, entre monta­ñas y siempre acompañado de una gran tristeza, ya que era viudo y tenía que encargarse del cuidado de sus cuatro hijos. Un día cuando estaba sentado en su casa lamentándose de su suerte, vio entrar por la puerta a una mujer, alta y bien vestida, que se sentó junto al hogar y se puso a encender el fuego, a continuación fue donde estaba la harina para empezar a amasar pan, al atardecer tomó un caldero y salió a ordeñar las vacas, pero en todo el tiempo no pronunció ni una palabra. La mujer se llamaba Macha, y cuando Crunden la pidió que ex­plicara su presencia, ella sólo le dijo que se quedaría allí si él quería aceptarla. El hombre, sin creer en su buena suerte se casó con ella, mientras ella le atendía a él y a sus hijos, todo lo que el granjero po­seía prosperaba. Pasado un tiempo se convocó una gran asamblea de los hombres del Ulster para hacer juegos y carreras y toda clase de entreteni­mientos; en la que estaban

La maravillosa capa (Celta)

El rey de Leinster era conocido por su avaricia y poca ayuda para los pobres, de hecho ni siquiera Santa Brígida era ca­paz de hacerle contribuir de forma respetable con las necesidades de los menesterosos. Cierto día, la Santa tuvo una idea para que escarmentara por su codicia, así se dirigió al rey solicitándole que le concediera la tierra que pudiera cubrir su capa. A pesar de sus recelos, para zafarse de la cuestión terminó por consentir. En ese momento, todos estaban situados sobre el punto más alto de Curragh, por lo que solicitó a cuatro de sus hermanas que exten­dieran bien abiertas sus capas sobre la hierba. Tomaron sus prendas, y en vez de tenderlas sobre la hierba, cada una de ellas comenzó a co­rrer velozmente, extendiendo la capa a voluntad del viento en todas direcciones. Otras damas, cuando los límites aumentaron, aferraron partes de la capa para que mantuviera una forma más o menos regular, y si­guieron estirándola y estirándola. El rey consternado preguntó a

Cu Chulain (Celta)

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Mientras Cu Chulain vivió en la tierra de las Sombras fue amante de la princesa Aifa, una de las más grandes gue­rreras del mundo. Antes de regresar a su pueblo, Cu Chulain le dio a la princesa un anillo de oro, que debía entregar a un futuro hijo, en caso de que la princesa hubiese quedado embarazada. El guerrero explicó que de ser así el muchacho debía llamarse Connla, y que en­tre sus características estarían el no darse nunca a conocer, y jamás abandonar o rechazar un combate. Los años transcurrieron y un día, algunos de los señores del Uls-ter vieron acercarse a un joven en un pequeño barco con remos do­rados, la barca estaba repleta de piedras y de cuando en cuando, el chico ponía una en su honda que al ser lanzada siempre hacía diana, normalmente en algún pájaro. El rey del Ulster, Conor pensó que si los compatriotas del joven de­cidían llegar hasta su costa no tendrían la fuerza necesaria para acabar con ellos. Así cuando el joven llegó a tierra fue recibido por un mensa­

Las hadas y los espíritus del bosque (Celta)

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A través de la tradición oral, transmitidas de madres a hijos nos han llegado la mayoría de las leyendas del mundo celta. Existió en una ocasión un hombre llamado Hugh King, cuyo rasgo principal era la bondad. Cierto día, víspera de Todos los Santos, se quedó a pes­car hasta muy tarde, mientras dejaba volar su imaginación pensando en los seres más fantásticos y soñando con hadas y príncipes. Cuando esperaba pacientemente que los peces picaran, vio pasar por el camino a una gran multitud de personas que apresuradamen­te recorrían la zona, mientras reían y cantaban, portando enormes cestos y bolsas. Sin dudarlo un momento, el joven Hugh King se dirigió a ellos, ya que su curiosidad era mayor que el recelo que pudiera sentir, así después de constatar lo alegres que parecían, preguntó a uno de los hombres que formaba el cortejo por su lugar de destino. «Vamos a la feria», fue la respuesta que obtuvo del hombre que iba extravagante­mente vestido con un tricornio en la cabeza y calzad

Mesroda (Celta)

Mesroda era un hombre rico y muy amigo de las fiestas, que vivía en la ciudad de Leinster. De pocas pretensio­nes, sólo poseía dos cosas, que le eran muy queridas, un perro que corría más deprisa que cualquier otro can de la comarca y un cerdo cuyo tamaño sobrepasaba en mucho el habitual en estos animales. La fama del perro se había extendido, y muchos príncipes y no­bles deseaban poseer este animal, por lo que un día recibió Mesroda dos mensajes, uno del rey de Ustler y el otro de la reina de Con-nacht, dos territorios en conflicto. Cada uno de ellos le ofrecía numerosas riquezas por quedarse con el animal, el enviado de Connacht ofreció seiscientas vacas lecheras y un carro con los dos mejores caballos del reino. Pero el mensajero de Ustler ofreció además la amistad y la alianza de su reino. Mesroda quedó afligido y pensó durante tres días y tres noches, sin dormir, ni comer, ni probar bocado, qué podía hacer. Su mujer estaba preocupada y cuando le preguntó qué era lo que o

Ciudades bajo el agua (Africana)

También había una hermosa mujer que aparecía plena de juventud y lozanía. Se llamaba Haraké, y su poder de atracción era tal que no se sabía si era diosa o si pertenecía a la especie de los humanos mortales. La leyenda más extendida afirmaba que Haraké tenía los cabellos tan transparentes como las propias aguas que le servían de morada. Al atardecer, la hermosa muchacha tenía por costumbre descansar al borde mismo del Níger, y esperar así hasta que llegara su amante. En cuanto éste se reunía con ella, ambos se adentraban en las profundidades de aquellas aguas encantadas y profundas; la muchacha llevaba al elegido en su corazón a través de maravillosos caminos que conducían a fastuosas y desconocidas ciudades. En sus espléndidos recintos, y entre el sonido del tantán y de los tambores, tendría lugar la ostentosa ceremonia que uniría a la feliz pareja para toda la vida. Todas las narraciones de la fábula expuesta hacen hincapié en que fue Haraké quien condujo a su amante, y no vicev

Luminarias (Africana)

De entre las numerosas leyendas del continente africano sobresale la de los negros de Senegal, puesto que acaso sean los únicos que tienen una cosmología digna de tal nombre. Sus fábulas muestran que las dos luminarias, es decir, tanto el Sol como la Luna, estaban ya consideradas como superiores a los demás astros. El mito cosmogónico pretende establecer las diferencias de ambos cuerpos astrales, y se propone explicar -de una manera muy simple, aunque cargada de connotaciones míticas y emblemáticas- las grandes diferencias entre la Luna y el Sol. El brillo,el calor y la luz que se desprenden del astro-rey impiden que seamos capaces de mirarlo fijamente. En cambio, a la Luna podemos contemplarla con insistencia sin que nuestros ojos sufran daño alguno. Ello es así porque, en cierta ocasión, estaban bañándose desnudas las madres de ambas luminarias. Mientras el Sol mantuvo una actitud cargada de pudor, y no dirigió su mirada ni un instante hacia la desnudez de su progenitura, la Luna

Osiris (Egipcia)

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La joven y bella diosa del cielo, Nut, se enamoró de Geb, dios de la tierra. Ra, dios del sol y padre de Nut, no podía aprobar ese matrimonio, porque un adivino le había dicho que el niño nacido de esa unión gobernaría la humanidad. Ra, elevó una maldición sobre Nut diciendole: Nut, te prohíbo que tengas un niño con Geb en el término de un año de 360 días. No lo tendrás ni de día ni de noche. Nut, desesperada, corrió a pedirle ayuda a su amigo Thot que era muy astuto. Thot sabía que un mandato del jefe de todos los dioses no podía desobedecerse, pero tramó un plan para ayudar a Nut. Thot se reunió con Selene, la diosa de la luna, con la excusa de jugar a las cartas. Ambos apostaron fuertemente, pero Selene apostó un poco de su luz. La decimoséptima parte de sus iluminaciones, y las perdió. Por esa razón la luz de la luna es más débil en ciertos periodos no pudiendo competir con la luz del sol. Con la luz que Thot le ganó a Selene, creó cinco días más que agregó al año, qu

Ra (Egipcia)

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Ra podía asumir la forma que quisiera. Entonces, tomó la forma de un hombre y se convirtió en el primer faraón de Egipto. Ra gobernó Egipto durante miles de años llevando bienestar y prosperidad a sus habitantes gracias a las fabulosas cosechas y a sus magníficas leyes. Los egipcios solo tenían palabras de agradecimiento y no dejaban de ensalzar su nombre. Pero Ra, había tomado forma humana y por lo tanto envejecía día a día. Un buen día, los egipcios, dejaron de respetarlo, comenzaron a burlarse de su aspecto senil y a desobedecer sus órdenes. Ra no pudo evitar oír las burlas y comentarios y cuando vio que los hombres no obedecían las leyes, se enojó de tal manera que decidió convocar a los dioses que había creado en un lugar secreto para pedir consejo. Allí estaban Shu ,Tefnut, Geb, Nut y Nun escuchando el problema que aquejaba al dios Ra. Nun habló diciendo: Lo que debes hacer es destruirlos con la forma de tu hija, la diosa Sekhmet. Los otros dioses, al ver el mal com

Isis y Osiris (Egipcia)

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Ra estaba enfadado porque Geb amaba a Nut y era correspondido, así que decretó que la diosa no tendría hijos en ningún mes ni en ninsún año. Nut acudió a Thot y éste al dios de la Luna, que en ese momento estaba compitiendo con el Sol por parte de su luminosidad. El dios de la Luna pierde el juego, dejando la decimoséptima parte de su luminosidad (por esto la Luna desaparece cada veintiocho días). Con esta luz, Thot añade cinco días al año (antes el año tenía trescientos sesenta días) de tal forma que no pertenecen al año anterior ni al siguiente, ni a ningún mes; son los cinco días epagó-menos que permiten dejar de lado la maldición de Ra. Durante estos días, Nut aprovecha y tiene a sus hijos Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis. Osiris trajo la civilización al valle del Nilo (agricultura, derecho, ritos…). Una vez conseguidos sus propósitos se marchó a enseñar a otros pueblos-dejando a Isis al frente, pero Seth se aprovechó de la bondad de su hermano para prepararle una emboscada

Isis y Seth (Egipcia)

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Isis planeó una venganza contra su hermano Set y salió de su casa a buscarle, acompañada de siete escorpiones adiestrados para pasar desapercibidos. En su camino, acudieron a la casa de una acaudalada mujer a quien pidieron alojamiento y ésta les cerró la puerta. Isis y sus alacranes se sintieron muy ofendidos. Mas tarde, una humilde campesina abrió su casa a Isis y a su acompañamiento, mientras uno de los escorpiones volvió a casa de la mujer que les negó el asilo para vengar su falta de hospitalidad y atacar a su hijo, dejándole al borde de la muerte. Cuando Isis se enteró de lo sucedido se apiadó y no quiso dejar morir a un inocente, corriendo a salvar a la criatura. La mujer rica, arrepentida, agasajó a Isis y a la campesina.

Horus (Egipcia)

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Su madre lo escondió en los pantanos de papiros para protegerlo de su tío Set. Al crecer, Horus reclama el trono de Egipto ante Ra y el resto de dioses importantes. Todos, salvo Ra, apoyan a Horus contra Set y, éste, propone un combate cuerpo a cuerpo para tomar una decisión final. Pero el resto de dioses deciden pedir consejo a la gran diosa Neit. Ésta se decanta claramente por Horus, heredero legítimo del trono egipcio y amenaza con el desplome del cielo si no se cumple su deseo. Ofrece a sus dos hijas como esposas a Set para suavizar el agravio. Los dioses celebran su decisión salvo Ra, quien se enfrenta con Horus acusándole de cobarde. La situación se complica aún más con el intento de seducción por parte de la diosa Hathor hacia Horus y su rechazo. Se crea un tribunal con todos los dioses; unos plantean que el trono debe permanecer en el hijo y otros que debe recaer sobre el mayor de los dos. Finalmente, Ra consulta a Osiris a través de una «carta a los infiernos» y el trono r

El nombre secreto del dios Ra (Egipcia)

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El objetivo de Isis era descubrir el nombre secreto del dios Sol, para que ella y su hijo Horus adquiriesen dignidad divina y así acceder a la cúspide del panteón egipcio. El Sol viajaba en su «barca de millones de años» y, en cierta ocasión, al bostezar antes de dormir, se le cayó la saliva al suelo e Isis la aprovechó, mezclándola con la tierra, para crear una serpiente venenosa. La puso en un camino por el que el Sol pasaba todos los días en su deambular por Egipto. La serpiente mordió al Sol, éste enfermó y atónito comprobó que había sido mordido por una criatura que no había sido creada por él. Todos los dioses temieron por la posible pérdida de la fuente de la vida hasta que apareció Isis, ofreciendo su magia a cambio del nombre secreto del Sol. Pese a las primeras reticencias, el dolor corroe al Sol y finalmente cede a condición de que ni ella ni su hijo se lo digan nunca a nadie. El azar ha querido que el nombre del Sol no se sepa jamás pues se omite el papiro en que se n

El buen Apis (Egipcia)

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Osiris había inventado la agricultura. Al morir, el pueblo creyó que el alma de este rey había pasado al cuerpo de un buey, animal indispensable para los trabajos del laboreo. Por eso prestaron al buey especial adoración y de él hicieron un dios al que dieron el nombre de Apis. Pero no todos los bueyes eran tenidos por su dios y por su Osiris; Apis debía ser negro, con una mancha blanca en la frente, la figura de media luna también blanca sobre el costado derecho, el diseño de una águila sobre la espalda, y otras señales que el pueblo creía naturales y que eran obra de los sacerdotes. Desde que el buey era hallado se le alimentaba y cuidaba en Nilópolis durante cuarenta días y allí era servido por algunas mujeres que eran las únicas que tenían el derecho de verlo. Después por la corriente del Nilo e instalado en un brillante navio era trasladado a Menfis y a su desembarco era recibido por los sacerdotes y saludado por las aclamaciones de la multitud. Después de conducirlo al santua

Creación del Mundo (Egipcia)

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En el principio sólo existía un océano infinito, Nun, que contenía todos los elementos del Universo. No existían ni el Cielo ni la Tierra, y los hombres aún no habían nacido. No había vida ni muerte. El espíritu del mundo se hallaba disperso en el caos, hasta que tomando conciencia se llamó a sí mismo; así nació el dios Ra. Ra estaba solo; creó de su aliento al aire, Shu, y de su saliva a la humedad, Tefnut, y los mandó a vivir al otro lado de Nun. Después hizo emerger una isla donde poder descansar; la llamó Egipto. Y como surgíó de las aguas, viviría gracias al agua; así nació el Nilo. Ra fue creando a las plantas y los animales a partir de Nun. Entretanto, Shu y Tefnut tuvieron dos hijos, a los que llamaron Geb (Tierra) y Nut (Cielo). Geb y Nut se casaron; así, el cielo yacía sobre la tierra, copulando con ella. Shu, celoso, los maldijo y los separó sosteniendo al cielo sobre su cabeza, y sujetando a la tierra con sus pies; aún así, no pudo evitar que Nun tuviera hijas, las

Castigo y perdón de Ra (Egipcia)

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El dios Ra gobernaba directamente Egipto, sin necesidad de un monarca, pero sus subditos no le eran fieles e ignoraban sus preceptos y órdenes. Entonces Ra se dirigió a Nut -materia primitiva de la que le surgió al comienzo de la creación-, quien le recordó que los hombres nacieron de sus lágrimas para ahora volverse contra él. Nut le informó de que el instrumento para aterrorizar a la humanidad era el ojo de Ra y le recomendó, junto a otros dioses, que se vengara de sus conspiradores. Cuando la humanidad se enteró, huyó hacia los desiertos. Tan cruel fue el ataque de su ojo, convertido en leona, que Ra se apiadó de la humanidad y organizó su rescate. Durante la noche, la leona aprovechó para dormir. Decidió mezclar barro rojo de Asuán con cerveza y cubrir todo el desierto para que la leona creyese que era sangre humana. Efectivamente, al levantarse, se bebió el líquido y se intoxicó. Se encontraba tan débil que la humanidad consiguió escapar. Ra ascendió a los cielos a lomos de

Las orejas del conejo (Mexicana)

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El conejo no ha sido siempre como ahora. No tenía los ojillos saltones, ni grandes y largas las orejas. Era un animalito pequeño e inteligente y no muy resignado con su tamaño. Un día, en virtud de las reglas mágicas que poseía, subió al cielo y pidió a Dios que aumentase sus proporciones, y Dios le prometió satisfacer sus deseos si le llevaba cuatro pieles: una de tigre, otra de mono, otra de lagarto y otra de culebra. El conejo volvió a la tierra y se fue derecho en busca del tigre. Le contó cómo había subido al cielo y cómo había visto a Dios, y también le dijo que éste le había anunciado que se avecinaba un terrible huracán que arrasaría la tierra; pero que él, gracias a su pequeño tamaño, nada temía, pues le sería fácil cobijarse en algún agujero. El tigre sintió un gran temor al verse en peligro, y entonces el conejo le propuso un medio para protegerse del huracán. Él mismo le ataría al árbol más robusto y el viento no podría arrastrarle. El tigre se dejó convencer y atar a

Cruz de Santa Catarina (Mexicana)

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Vivía en Méjico un viejecito llamado Juan Rodríguez de Berlanga en la más absoluta soledad. Todos sus deudos habían ido desapareciendo poco a poco hasta quedar completamente abandonado; sin embargo, su rostro no dejó de sonreír con atrayente ingenuidad. Su casa estaba medio derruida y el huertecillo que la circundaba, un tanto desaliñado y agreste, denotaba falta absoluta de cuidado. A pesar de contar con tan pocos recursos, sentía un deseo irresistible de levantar una Cruz en el atrio de la Iglesia de Santa Catarina. Obsesionado con esta idea, recordaba las muchas cruces que se levantaban en Méjico en iglesias, plazas y edificios, y citaba entre otras la de la catedral, llamada de Mañozca, traída del pueblo de Tepeapulco, la soberbia de Santiago Tlatelolco, y la del convento de San Francisco, hecha con el más alto ahuehuete de Chapultepec o ciprés de Moctezuma. Decía para sí: «en mi iglesia de Santa Catarina, donde recibieron el bautismo y descansan en paz los restos de mis padres y

Juan Tul (Mexicana)

Aguilar, alto, fuerte, sin vicios, siempre vestido de vaquero, manejaba el ganado con una habilidad sorprendente. Era el que domaba los potros cerriles con los que nadie se atrevía; el que encontraba, si se perdía, la cría de una vaca brava, y el que cogía, si era difícil, el toro que se desmandaba. Entre sus compañeros se decía que era brujo; pero Aguilar se reía cuando oía esto. En cierta ocasión quiso revelar a uno de ellos el secreto de sus habilidades y le contó su historia. Había nacido en una familia muy pobre y desde pequeño había estado dedicado a pastorear ganado. Pero Aguilar, en su mocedad, era un vaquero inepto. No era capaz de meter una sola res en el corral y a menudo era amonestado por el capataz. Una noche, cuando cavilaba, preocupado, sobre las riñas e incluso los palos que se ganaba, oyó una voz que le decía: —Si eres hombre y quieres mejorar de condición, toma el camino que está a tu derecha. Así lo hizo, y al poco tiempo de haber emprendido la marcha, f

La difunta (Mexicana)

 Existía en la ciudad de Méjico un tranquilo y repesado convento de las madres capuchinas cuya vida se deslizaba inalterable y seráfica, sin que trascendiense a su interior el más leve rumor mundano. Entre sus diversas obligaciones, se contaba el canto de media noche de maitines-; canto melódicamente un tanto imperfecto, porque como abundaban las viejecitas, se oían bastantes voces temblonas y cascadas. Inesperadamente, un día se oyó una portentosa voz dotada de delicadas inflexiones, y con gran asombro se preguntaban en su interior las monjas quién pudiese haber recibido tal inspiración, de quién procederían tan lindas melodías. Terminados los maitines, salieron silenciosas, y tras algunos crujidos de puertas, se encerraron, sin más, en sus celdas. Mas a poco sonaban unos golpecitos en la puerta de la madre abadesa. Llamaba la madre clavera (o tornera), que no podía articular palabra del susto que llevaba; por fin, se sosegó algo y refirió que en el convento había entonces sesenta y

Flor de Nochebuena (Mexicana)

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La FLOR DE NOCHEBUENA ¿Sabías que la flor de Nochebuena, esa hermosa planta de diminutas flores y grandes hojas rojas en forma de estrella con las que adornamos las casas en Navidad, proviene de México? Los misioneros españoles las bautizaron así porque el día de máximo esplendor de estas flores es precisamente el 24 de diciembre. Su nombre en idioma azteca es cuetlaxóchitl y en México existe una bella leyenda que narra su origen. UNA NOCHEBUENA DISTINTA A Camila, como a todos los niños y niñas de la aldea mexicana de Olinalá, le encantaba la Navidad. Y su momento preferido era cuando en la Nochebuena llegaba la hora de la Misa del Gallo y todos en el pueblo se acercaban hasta la iglesia para dejar una ofrenda al niño Jesús. Pero aquella Nochebuena era distinta. El padre de Camila se había quedado ese año sin trabajo y por eso Camila no tenía dinero para comprarle frutas, o dulces, o juguetes al niño Jesús. Así que la pequeña pasó toda la tarde muy preocupada, pensando cómo pod

Llano del Diablo (Mexicana)

Iba un grupo de guerrilleros buscando descanso en algún rancho, a la caída de una tarde serena, por una llanura extensa, pedregosa, llena de secos matorrales, con paso tardo y aspecto agotado. Los acompaña el jefe, que airosamente cabalga al lado de ellos. Lleva el sombrero bordado en plata y oro y la camisa color escarlata ; la pistola a la cintura, el sarape colorinesco sobre las piernas y el fuste duro incrustado. De tanto en tanto, de oye el canto de algún soldado; y las banderolas rojas flotan en lo alto de las lanzas. Va quedando una estela de polvo en los improvisados caminos, relinchan los caballos adivinando el rancho próximo, y contesta el ladrido lejano de los perros. Ya más cerca, los moradores del rancho salen a encontrarlos, curiosos. Allí hacen alto los soldados, para pasar la noche. Ya oscurecido, se encienden las fogatas que iluminan los techos cubiertos de enredaderas. Y los soldados entonan sus tristes cantos de amores, luchas y ausencias. Poco a poco se acalla

La señora que dio un salto mortal (Mexicana)

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Cuando Méjico se hallaba todavía bajo el dominio de España, residía en aquella capital un rico comerciante retirado ya de sus negocios, llamado Don Mendo Quiroga y Suárez. No obstante su gran fortuna, por todos envidiada, su vida era triste y solitaria y sus tesoros no fueron nunca bastantes, con ser inmensos, a comprarle un amor que endulzara su amarga ancianidad. Para mitigar sus penas envió a buscar a una hija de su difunta hermana, que debía acompañarle en su soledad. La joven era hermosa, vana, egoísta y muy coqueta. Aunque se mostraba extre­madamente agradecida y satisfecha por el lujo y comodidades que le prodi­gaba su tío, no por eso llegó a quererle ni se esforzó en hacerle la vida más agradable. Vistiendo trajes de riquí­simos encajes y terciopelos, distraía sus ocios paseándose en el coche de su tío, luciendo orgullosamente su riqueza y hermosura, que bien pronto sedujo a más de cuatro enamorados mancebos. Pero Doña Paz recibía despectivamente cuantas atenciones le prodi