Retornados (Asturiana)
Se trata de una aparición fantasmagórica alejada de la típica figura vaporosa o un espectro embozado de negro (y distinta de los Aparecidos, que sí responden a este estereotipo), a medio camino entre el zombi, el espíritu de la literatura clásica y el resucitado. Se aparece de cuerpo entero como una persona más por la calle, de forma totalmente casual y anodina, ante algún amigo cercano al que hace tiempo no ve (que ignora de esa defunción y por tanto no sabe que está hablando con un muerto), charlando con él unos minutos para luego los dos seguir su camino como dos viandantes más, sin mayores sobresaltos. Cuando el testigo comenta este encuentro con terceras personas (amigos y/o familiares cercanos), estos se encargan de revelar a dicho testigo que tal persona falleció de manera reciente, entre semanas o meses (nunca más de un año), y que por tanto no puede haberlo visto. Intentando validar su encuentro, el testigo describe el aspecto y la ropa que el finado llevaba puesta, descubriendo para su horror por boca de dichas personas que esa era la ropa con la que había fallecido. Actuando como una especie de vampiro y succionando la energía vital en vez de sangre, quien se encuentra con un Retornado suele enfermar por espacio de días o semanas, al sentirse débil y que le faltan las fuerzas. Aunque las más de las veces se aparecen a modo de comunicar su propia muerte a los testigos o de cerrar algún trámite pendiente sobre su muerte (un enterramiento o alguna última voluntad que, tras esa aparición, se desvela que no llegó a hacerse), una versión alternativa les da un cometido más insidioso, actuando a modo de anunciadores de la muerte de quien se topa con ellos, haciéndoles enfermar tras su encuentro para fallecer al cabo de poco tiempo. En el idioma asturiano su nombre sería Retornáus.
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