Yokai (Japonesa)
Dentro de la Mitología de Japón nos encontramos con una
serie de dispares criaturas conocidas como Yokai (Yōkai), que se puede traducir
como “monstruos” o “apariciones”. Lo más peculiar de estas extrañas apariciones
es la gran diferencia entre ellos, y pueden ser inofensivos, enternecedores,
aterradores o incluso peligrosos, y cuentan con la ventaja de ser inmunes a
cualquier ataque por parte de las personas normales. También tienden a
comportarse de manera arrogante con los humanos, y debido a su manera diferente
de ver el mundo, lo más probable es que terminemos teniendo problemas si no los
evitamos.
Según la tradición, si queremos librarnos de un Yokai
deberemos recurrir o a un experto o a un monje que cuente con la bendición de
Buda, aunque afortunadamente muchos de ellos habitan en zonas aisladas y evitan
todo contacto con las personas. También hay algunos que consiguen convivir con
los humanos de manera pacífica, y otros que se relacionan para engendrar seres
mitad humano y mitad Yokai, aunque estas relaciones siempre terminan e
desgracia. Las historias de los Yokai suelen ser breves, provienen de
diferentes puntos de Japón y se remontan muy atrás en el tiempo, contándose de
generación en generación.
Uno de los mejores ejemplos de Yokai inofensivo aunque
molesto es Betobeto-san (procedente de Nara), una extraña criatura invisible
que camina tras nosotros, haciéndonos escuchar sus pasos en la soledad de la
noche. La solución para librarnos de él es detenernos y decir con educación
“Betobet-san, pase usted primero”, tras lo cual nos adelantará y nos dejará en
paz, de lo contrario nos seguirá hasta que le apetezca.
La otra cara de los Yokai la vemos en Futa-kuchi-onna, o la
mujer de las dos bocas, una de las cuales se encuentra en su nuca y bajo su
largo pelo. Se trata de una mujer que ha sido maldecida por no alimentar
correctamente a un hijo y lo ha dejado fallecer de hambre, lo que explica que
esta segunda boca pida constantemente comida y propine terribles gritos cuando
no la consigue. Sus largos cabellos sirven como tentáculos con los que llevarse
la comida a la segunda boca. La explicación según la mitología japonesa a esta
maldición es que el espíritu del hijo fallecido se instala en el cuerpo de su madre,
convirtiéndola así en Yokai.
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